Zonas de Caracas

Zona 1 El damero fundacional

«La retícula: arquetipo de ordenación urbana».


Graziano Gasparini 1

«El plano de 1578 muestra una ciudad prefigurada e idealizada en
un damero de 25 cuadras, una trama ordenada y uniforme, con iglesia, cabildo, plaza, casas y calles.
La ciudad se inicia con un orden y con un plan.»

Federico Vegas
Una ciudad en sus redes y en sus tramas

 

Más de dos mil ciudades fueron fundadas en América Latina siguiendo el canon del «damero de Indias». En la ciudad de Caracas, el damero fundacional corresponde al trazado de veinticinco manzanas de cien por cien metros, siguiendo la mejor orientación hacia los vientos y la luz 2, dentro del valle de San Francisco, entre las quebradas de Anauco y Caroata, en sentido norte-sur, limitadas por el río Guaire al sur y el Ávila al norte. La Plaza Mayor ―actual plaza Bolívar―, la cuadra vacía inicial de la ciudad recién fundada, se estrena como mercado, con la Iglesia y el edificio de gobierno en lotes vecinos, como era tradición en las ciudades creadas bajo las directrices de las Leyes de Indias. En la esquina noreste se construye la Catedral, vinculada en el período republicano, con el Panteón Nacional, situado en el extremo norte de la urbe hacia el Ávila. Vecinos a la iglesia, alrededor de la plaza, se hallan el actual Museo Sacro; el Palacio Arzobispal y el Palacio Municipal. En el borde norte están la casa de gobierno o Palacio de la Gobernación, y en la esquina noroeste, la Casa Amarilla.

En un segundo anillo de edificios catalogados arquitectónica e históricamente está el Palacio Federal Legislativo o Capitolio, que se apropia de toda una manzana, con un hermoso patio rectangular sembrado de chaguaramos y una fuente circular con tres planos de agua frente a las escaleras en forma de abanico, orientadas hacia el Salón Elíptico, cuyo exterior está cubierto con láminas de bronce, y cuyo interior sirve para mostrar obras pictóricas que relatan la historia patria. Más al sur, la iglesia de San Francisco, frente a la cual se haya la histórica ceiba, la antigua Universidad ―hoy sede del Palacio de las Academias y la Biblioteca Nacional―, que conserva la escala modesta de la colonia, aunque remozada por los aires franceses de Guzmán Blanco.
Hasta finales del siglo XIX, la ciudad conservó su aspecto colonial, cuyo modesto perfil urbano, con techos de arcilla rojos, se vio apenas intervenido por las edificaciones guzmancistas. El vínculo del damero fundacional con el exterior hizo que la ciudad se prolongara hacia el noroeste en búsqueda del Camino de los Españoles, trazando una diagonal (la Calle Real de La Pastora), que va desde la entrada de la ciudad —la Puerta de Caracas— hasta la plaza La Pastora, donde se desarrolló un vecindario rico en tradiciones con características propias.
Con la tradición del damero colonial, la ciudad se fue construyendo con bordes continuos que dieron lugar a espacios públicos de usos mixtos: la actual plaza Bolívar, la plaza San Jacinto y la plaza Miranda son ejemplos de ello. La particularidad que distingue al centro de la ciudad radica en la toponimia: cada esquina tiene un nombre que hace referencia a santos de la devoción católica, a personajes que en ellas habitaban o a sucesos que allí tuvieron lugar —una nomenclatura única en el mundo hispanoparlante, que, además, reafirma, en términos lingüísticos, la retícula fundacional—, y que conforma un anecdotario memorioso de aquella Caracas pequeña, de población relativamente estable, pero que vería nacer a un sinnúmero de personajes de capital importancia para todas las áreas de la historia de la América Hispana.
El damero se extendió en todos los sentidos durante décadas, hasta toparse con accidentes geográficos. Aparece entonces el cerro El Calvario, un parque urbano en el mejor estilo francés 3, que condiciona una bifurcación de la vialidad hacia San Martín (salida de la ciudad hacia Antímano y el Occidente) y hacia Catia. A finales del siglo 19, Caracas se movilizaba en tranvía y gozaba de una temperatura media de 20 grados centígrados.
La renovación urbana de El Silencio, adyacente al parque, ocurre durante entre 1942-1945, con edificios de baja altura y fachada continua, corredores cubiertos y comercios en sus plantas bajas, sostenidos por columnas panzudas y portales que buscan acercarse a la tradición colonial, además de patios y jardines comunes para los residentes. Esta intervención borraría de la ciudad un deteriorado y frágil barrio marginal adosado a la cuadrícula original, e implantó un nuevo standard para las viviendas populares, con gran sentido del lugar y con generosos espacios interiores y exteriores, todo ello gracias a la visión del arquitecto Carlos Raúl Villanueva y al extraordinario equipo de profesionales que lo acompañó en sus búsquedas arquitectónicas y urbanas hacia lo vernáculo, desde las oficinas del Banco Obrero 4.
Perpendicular al Bloque 1 de El Silencio se extiende un eje de interesantes espacios públicos consecutivos: la plaza O’Leary, a todo lo ancho del Bloque 1; un segmento de la avenida Bolívar flanqueado por los Bloques 2 y 3 del mismo con-junto; y la plaza Caracas, de forma longitudinal, entre las torres bajas (norte y sur) del Centro Simón Bolívar. Las torres gemelas del Centro Simón Bolívar (1952), serían el símbolo de la ciudad por décadas, definirían la expansión urbana moderna hacia el este, articulándose como remate, sobre la avenida Bolívar. Esta avenida se prolonga hasta toparse con el Parque Los Caobos, que continúa el eje paisajísticamente hasta alcanzar la plaza Venezuela. Son segmentos de la ciudad con huellas de un gran plan, producido para controlar la densificación y el creci-miento hacia el este de la ciudad, el Plan Rotival. Como consecuencia parcial de su aplicación, ocurre la división de Caracas en dos ciudades: este y oeste 5.
La experiencia de recorrer la avenida Bolívar desde el este, sumergirse en los espléndidos sótanos del Centro Simón Bolívar, sembrados de columnas con forma de hongo, para luego salir a la superficie y ver a «Las Toninas»6 posando en las fuentes de la Plaza O’Leary es una de las grandes experiencias espaciales que ofrece la ciudad: sintetiza, de algún modo, la transformación urbana de Caracas y la celebración de su modernidad.
Otras capas históricas posteriores se superponen a la cuadrícula inicial, densidades y zonificaciones que se traducen en edificios puntuales en medio de manzanas cuadradas, con alturas y formas que rompen con el perfil colonial y el borde continuo de las calles tradicionales. Intervenciones importantes por su escala, como la Biblioteca Nacional y el nuevo Mausoleo para el Libertador, se yuxtaponen al casco tradicional, con sus escalas menudas, y dificultan, en términos prácticos, la percepción del encantador contexto colonial. Existen también distinguidas intervenciones modernas, que valorizan su entorno, como el Banco Central de Venezuela, obra del arquitecto Tomás Sanabria, con una extraordinaria calidad arquitectónica, o la sede principal del Banco Metropolitano, obra de Martín Vegas y José Miguel Galia, de gran elegancia en su diseño y en perfecta correspondencia con el contexto; o el pasaje comercial del edificio Zingg. Hacia el límite sur del damero, una gran cantidad de casas entre medianeras y con patios muestran claros signos de deterioro, conviviendo con edificios anodinos de propiedad horizontal, construidos a partir de los años setenta y que rompen los parámetros de la manzana fundacional, de bordes continuos y baja altura.
El sabor de la ciudad tradicional, con su damero fundacional, queda plasmado en la retícula vial, que permanece incólume, a pesar de los distintos formatos de arquitectura y urbanismo que le fueran superpuestos, y que intentaron destruir una memoria original, que conservando los nombres y apellidos de cada una de sus esquinas, luchó contra una falsa idea de progreso y modernidad que intentó, sin éxito, sustituirla.
La tipología de la vivienda es de especial interés en el damero fundacional. Comenzó siendo un lote equivalente a la quinta parte de la manzana colonial (como la cuadra de Bolívar) por lo general de un solo nivel; luego se estrechó el lote entre medianeras y la casa tomó proporciones longitudinales techadas con tejas de arcilla, con elementos de transición con el exterior como el zaguán, ventanales verticales hacia la calle y varios patios interiores con corredores, que le permitían la ventilación e iluminación natural a través de jardines internos. En sectores como San Agustín del Norte, las manzanas coloniales se dividieron en cuatro y en consecuencia la dimensión del lote y la vivienda disminuyó proporcionalmente; en La Pastora las viviendas, también entre medianeras, tienen una presencia colectiva importante y sus fachadas guardan lo que podríamos calificar de «valor coral» pintadas con colores vivos sobre sus frisos, portones dobles, ventanas verticales con «pollos» y herrería fina que visten a las calles estrechas con un sabor vernáculo. MIP

 

NOTAS
1  GASPARINI, Graziano. (1991) Formación Urbana de Venezuela. Siglo XVI. Ediciones Armitano, serie encuentro. Caracas, Venezuela.
2  El kardo y el decumanus son la referencia romana de orientación para trazar las nuevas ciudades, utilizada en América Latina.
3  La creación del Parque Ezequiel Zamora, también conocido a lo largo de su historia como Paseo Guzmán Blanco, Paseo Independencia, y hoy como Parque El Calvario, fue ordenado por el presidente Antonio Guzmán Blanco a unos paisajistas franceses, con el fin de crear un jardín botánico y paseo en loma del Calvario. Fue inaugurado en 1883 .Los jardines fueron emplazados en grandes terrazas y realizados por Luciano Urdaneta y Eleazar Urdaneta.
4  RICARDO, de Sola, Ricardo. (1987) La reurbanización de El Silencio, 1942-45. Fundación Villanueva. Caracas, Venezuela.
5  Con otras connotaciones, como lo confirma Martín Frechilla, quien refiere que, más que un plan de desarrollo urbano o plan regulador, se realizó un plan de diseño urbano que generó una división de clases sociales que es, hoy, todavía evidente en la ciudad de Caracas.
6  Del escultor Francisco de Naváez.